Intersecciones e Imbricaciones entre derecho y arte (Nancy Cardinaux, Erika Bauger)

“Sólo los pintores y los abogados pueden cambiar el blanco al negro”, dice la frase popular. El derecho y el arte son manifestaciones del espíritu humano. Armonizar las necesidades prácticas de la realidad y las experiencias ideales nos conducen a encontrar la razón esencial de sus intersecciones e imbricaciones. Como nos cuentan los historiadores y arqueólogos, mucho antes de Picasso, los artistas primitivos de la península ibérica explotaban sus propias habilidades creativas mezclando pigmentos, creando abalorios a partir de conchas y pintando murales sobre las paredes de las cuevas. Esas obras de arte datan de hace 65.000 años. Así, la actividad humana se ha manifestado y se manifiesta en dos direcciones a veces discordantes y a veces conectadas: una teórica, la del mundo de la representación y otra práctica, la de la voluntad. Bajo este prisma, ¿cómo caracterizar y clasificar el derecho y el arte? ¿Dónde encontrar las encrucijadas, las superposiciones, los empalmes y para qué? Así como la disputa por “el derecho a decir el derecho”, en palabras de Bourdieu da cuenta de los distintos sentidos del campo jurídico y de las interpretaciones que hacen sus operadores, son también infinitas las definiciones sobre qué es el arte. Famosos pintores, filósofos, escultores, poetas, han intentado definir de alguna forma original y certera el significado de la palabra. Buscaron para esto, hallar la misma inspiración con la que contaron al realizar esas grandes obras que los hicieron trascender. La mesa se propone explorar las múltiples relaciones entre el derecho y el arte siguiendo el rastro del desarrollo de una de las áreas interdisciplinarias más recientes dentro de la explosión de estudios que conjugan al derecho con otras disciplinas. Comprendemos a la literatura y las distintas manifestaciones artísticas como vehículos privilegiados para disparar las construcciones colectivas de conocimiento que buscaremos en nuestra mesa, en tanto son capaces de abordar y arrojar luz sobre las cuestiones que nos preocupan sin caer en los gestos objetivantes propios de los saberes académicos tradicionales. En este sentido, la mesa se consolidará como un espacio horizontal de producción colectiva de saberes, en el que la dimensión transformadora y movilizante impacte a todas las personas que participen. Hoy son días de reflexión, días de recogimiento, como decía Paul Gauguin: “Cierro mis ojos para ver”. Y en esta introspección podemos replantearnos: ¿qué es lo que recibimos de nuestro entorno? y ¿qué es lo que transmitimos como juristas, docentes, abogadas/os, investigadores/as, extensionistas?