Fundamentación

El siglo XXI se presenta fuertemente convulsionado para los pueblos del mundo, en general, y de Nuestra América, en particular. Lejos quedaron los anuncios del “fin de la historia”. Por el contrario, nos encontramos en plena transición histórico-espacial, entre un viejo orden en crisis y las pujas por la reconfiguración del próximo. Nuevas agendas de debate emergen de la mano de acuciantes problemáticas socioterritoriales a lo largo del planeta. El capitalismo neoliberal como sistema económico, político y cultural imperante en la escena global está conduciendo a un grado de desigualdad social y concentración de la riqueza inéditos en la historia. La exclusión de vastas porciones de la humanidad, la precarización del empleo y de la vida, el hiperindividualismo y la fragmentación social, el retorno de problemas decimonónicos que se creían superados, desestiman toda idea de progreso social que supo albergar el capitalismo de otros tiempos. Y todo ello en el marco de un proceso acelerado y exponencial de degradación medioambiental que amenaza en el corto plazo con la extinción de miles de especies animales y vegetales y, en el mediano plazo, a la reproducción de la vida social tal como la conocemos hasta ahora. Frente a lo cual los think tanks del Norte Global promulgan, década tras década, milagrosas recetas del desarrollo, la modernización, el crecimiento o la innovación. Fórmulas que a todas luces no han hecho más que provocar una actividad económica desenfrenada con altos costos ambientales y aumentar las asimetrías globales (consolidando el lugar de sus países como potencias centrales y condenando al resto del mundo al subdesarrollo periférico).
Este trasfondo en que nos desenvolvemos como seres humanos nos conduce a la conciencia de la urgencia de actuar. Los tiempos se precipitan y se hace necesario acercar propuestas, tomar decisiones y ejecutar acciones de carácter inmediato. Pero esa acción no puede ser ciega o espontánea, carente de reflexión estratégica, de una mirada integral, de un proceso colectivo de crítica y autocrítica. Dejar librada la acción al libre arbitrio del individuo es en verdad hacer seguidismo de lo que pensaron otros/as, en general, de los países hegemónicos. Las matrices de pensamiento dominantes actúan con mano de terciopelo delimitando lo posible y lo imposible, lo válido y lo inválido, lo prioritario y lo secundario. Y así como el libre mercado es la libertad de elegir entre monopolios, la libertad de pensamiento que se promulga por doquier es en verdad la libertad de elegir ser sucursales de escuelas europeas o norteamericanas de pensamiento. Las mismas corrientes teóricas originadas en sociedades que conducen y usufructúan el caos global.
Por eso la urgencia de actuar debe ir de la mano con la urgencia de pensar. No hay verdadera acción transformadora si no somos capaces de pensar por nosotros/as mismos/as. Este contexto nos obliga a generar nuevos corpus teóricos, debates y políticas de intervención, desde nuestro espacio de enunciación y según las necesidades y urgencias descritas. Lo cual nos va a permitir salir de la matriz unívoca eurocéntrica y habilitar un diálogo de saberes entre ámbitos y regiones heterogéneas, que tenemos en común el haber sido colonias de los imperios europeos y seguir sometidos a las lógicas de la colonialidad y la dependencia. Se trata de construir verdaderas usinas de pensamiento, firmemente apoyadas en nuestras tradiciones e identidades (es decir, geoculturamente situadas) y en los procesos sociales y políticos de liberación.
De eso se trata este Congreso. Es una invitación a sabernos capaces de elaborar respuestas a los problemas que nos acucian como país, como región y como humanidad. Y no sólo eso. Sino que esas respuestas necesariamente provendrán del amplio y heterogéneo mundo compuesto por las regiones que sufrimos los embates del neocolonialismo. Eso que denominamos como Sur Global. Idea imprecisa si la pensamos como referencia geográfica, pero potente como demarcador frente a los países centrales. Somos la exterioridad, las víctimas de un sistema expoliador. Y sólo desde esa posición es posible ver la falsedad en las promesas que derraman los/as ideólogos/as del capitalismo globalizado. Estamos forzados a la originalidad si pretendemos dar cuenta de lo que fuimos, de lo que somos y de lo que podemos ser. Por eso, para ser portadores de la novedad histórica debemos también ser capaces de la originalidad teórica, de la audacia de pensamiento. Como dijera Simón Rodríguez, “o inventamos o erramos”.
Por último, destaquemos que este espacio propone ser un puente entre las diversas corrientes de pensamiento surgidas en la crítica al paradigma hegemónico eurocéntrico y que, a pesar de tener orígenes afines y preguntas en común, muchas veces permanecen en el desconocimiento mutuo. Lejos de ser casual, esto da cuenta de una acción fragmentadora y del mismo carácter de resistencia y marginalidad respecto del statu quo académico en que se encuentran estas escuelas. Nos proponemos, por lo tanto, reunir en un mismo espacio la vigorosa tradición de pensamiento nacional y popular argentino, la rica herencia del latinoamericanismo y la emergente matriz epistémica del Sur Global. De modo de encontrar puntos de contacto, fortalecer las coincidencias, marcar agendas de debate sobre las diferencias y enriquecerse recíprocamente en el proceso. Y más allá del necesario debate de ideas en el plano intelectual, alentar una praxis social y política emancipatoria en nuestros países.